Un informe técnico realizado por el Departamento de Criminalística de Carabineros ya en noviembre de 2012 advertía los daños como, heridas en el rostro, pérdida de ojos, hemorragias, contusiones y posibilidad de muerte, entre otras, que provoca su armamento semiletal. Además, el informe recomendaba protocolos de uso que en gran medida no han sido cumplidos en la represión a las manifestaciones sociales de estas semanas.
"se recomienda el uso de la escopeta antidisturbios en Carabineros de Chile a una distancia superior a los 30 metros y apuntando siempre hacia el tercio medio inferior del cuerpo, ya que corresponde a zonas menos vulnerables o expuestas, al estar protegidas por las vestimentas y el calzado, con la finalidad de evitar la generación de lesiones graves durante su uso y solo se cumpla la función de dispersar a las personas" establece, por ejemplo, el estudio.
En particular, el documento consignó que un disparo a 5 metros podía provocar fractura de costillas y de hueso craneal, heridas penetrantes en el rostro, estallidos oculares, lesiones en los brazos, laceraciones hemorrágicas en el abdomen y contusiones en los genitales, además de roturas en los carpios y metacarpios de manos y pies. En el caso de niños y ancianos, un tiro a cinco metros, además, generaría fracturas en los huesos largos de las piernas.
A 10 metros "En cuello, posibilidad de herida en tejido blando y eventual lesión vascular, con posibilidad de muerte". También describieron el riesgo de heridas penetrantes en el abdomen y desgarros en los genitales, además de lesiones diversas en manos, piernas, brazos y pies.
A blancos situados a 15, 20 y 25 metros. Y la conclusión fue la misma. A esas distancias, hay posibilidad de muerte si el disparo impactaba en una zona del cuello con eventual compromiso vascular. También se mantenía el riesgo de estallidos oculares, además de las lesiones abdominales.
A 30 metros, la pérdida de precisión fue enorme. De los doce perdigones contenidos en el cartucho, sólo dos impactaron en el blanco, aclara el peritaje.
Si la justicia acoge las denuncias de los afectados por los escopetazos de Carabineros y se investiga por qué Chile ha llegado a ostentar el amargo récord de la mayor cantidad de manifestantes con lesiones oculares, la respuesta está aquí. Y fue escrita hace siete años, decretó CIPER.