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El riesgo de defender la Tierra: 200 activistas ambientales fueron asesinados en 2016.

El 60 por ciento de los asesinatos ocurrió en Latinoamérica. Mientras que el 49 por ciento de los muertos eran miembros de tribus indígenas.

Defender la Tierra es una cruzada peligrosa. No sólo para las multinacionales que incrementan sus ganacias a costa de la destrucción del planeta, también lo es para los hombres y mujeres que la convierten en una lucha propia y son capaces de dar la vida por esta causa.


Es una lucha cada vez más peligrosa. Un reporte elaborado por la organización Global Witness señaló que más de 200 activistas ambientales fueron asesinados en 2016, lo que constituye una triste cifra récord. Nunca antes habían sido asesinados tantos líderes ecologistas como el año pasado.


Según el recuento, Latinoamérica es el lugar más peligroso para quienes defienden la Tierra con un 60 por ciento de las muertes ocurridas en esta región. Sólo Brasil y Colombia sufrieron 49 y 37 asesinatos, respectivamente. De acuerdo Global Witness, los activistas son constantemente perseguidos en estos países por empresas multinacionales que ven amenazadas sus intereses.


En tanto, un 49 por ciento de la cifra de muertes corresponde a miembros de tribus indígenas. “Las personas que defienden la tierra también se enfrentan a desapariciones forzadas, ataques violentos, amenazas a familiares, amenazas de muerte, acoso sexual, chantaje, vigilancia ilegal, acoso judicial, uso de la fuerza en manifestaciones pacíficas y prohibiciones de viaje”, señala la organización.


¿Quienes están detrás de estas muertes?


De acuerdo al informe, los responsables identificados o sospechosos serían principalmente grupos paramilitares y efectivos de la policía. También hay terratenientes, cazadores furtivos, guardias de seguridad privada, sicarios, colonos madereros y representantes empresariales.


En tanto, las campañas que perseguían los activistas asesinados iban en contra principalmente de la minería y el petróleo, la explotación forestal, la agroindustria, la caza ilegal, el mal uso del agua y la construcción de represas hidroeléctricas.


Distintas organizaciones creen que esta lamentable cifra pueda seguir aumentando en los próximos años ya que en muchos lados las luchas de los movimientos ambientalistas se intensifican a medida que el deterioro del planeta se incrementa a manos de unos pocos poderosos que son capaces de destruir la Tierra con tal de obtener mayores ganancias.


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